lunes
LEEDORES Y LECTORES
"La
galería de leedores es copiosa. El estudiante que se desoja en víspera
de examen sobre el libro de texto; el profesor que trasnocha entre
tratados, acopiando datos para su lección; la matrona que, parada junto
al fogón, recita en voz alta las instrucciones coquinarias que conducen
al suculento plato; el funcionario en retiro que demanda a las páginas
del libro la mejor manera de invertir sus ahorros; o la dama, muy
cursada ya en la treintena, que se retira al secreto de su tocador y
corre renglón tras renglón en procura de experimentados avisos que la
devuelvan sus gracias fugitivas; todos ellos -y mil más no pasan de
leedores.
Leedor,
también, el que emplea su tiempo en los diarios. Coinciden en eso el
escandinavo y el chino. El uno, Georg Brandes, asevera que de cien
personas que saben leer, noventa no suelen leer más que diarios, lo cual
exige escaso esfuerzo. Y el otro, americanizado de la China, Lin Yu
Tang, dice: "Yo no llamo lectura, en absoluto, a la enorme cantidad de
tiempo que se gasta en leer periódicos." En la escala de los que
recorren con los ojos un papel impreso, el personaje inferior es uno,
regalo de nuestros días a la infinita variedad de lo humano, el leedor, o
"el vista", de muñequitos. Inmerso, complacido hasta el arrobo, en las
delicias de recorrer cuadro por cuadro, escena por escena, sin perderse
una, los trabajos de Maggie o las hazañas del Superhombre, sus ojos
avanzan por un medio mixto, parte imágenes mal trazadas, pintarrajeadas
de colores groseros, parte palabras; éstas, no muchas, van encerradas en
unos globitos que les salen a los personajes de la boca, y por su
vacuidad sirven de adecuado sustituto al aire vano que contienen los
globos de veras. El veedor o el leedor de semejante cosa recuerda al
anfibio, que entra y sale de lo leído, insignificante, a lo visto,
vulgarísimo, sin saber nunca a derechas por dónde se anda. ¿Mira, lee,
promiscúa? Pero atrevido sería decir de estos ciudadanos, doblados,
regocijados, sobre el papel, que están leyendo. Ni siquiera rozan por lo
bajo los cielos y lecturas a donde se transporta el lector de verdad,
ya que las actividades superiores del alma no asisten, están de sobra en
esta jenízara operación visual. Comparo al aficionado a los muñequitos
al denodado masticante de chicle, por cuantos ambos no ahorran esfuerzo
ni tiempo en sendas operaciones que parecen las dos dirigidas al noble
menester de la nutrición, ya corporal, ya del espíritu; cuando en
realidad nada de provecho pasa al estómago del uno ni a la cabeza del
otro, y los dos se hermanan en su posible comparanza con el desdichado
animal que voltea y voltea la noria, sin que le importe que el pozo esté
seco.
Frente
a estas legiones, en escasa minoría, los lectores. Se define el lector
simplicísimamente: el que lee por leer, por el puro gusto de leer, por
amor invencible al libro, por ganas de estarse con él horas y horas, lo
mismo que se quedaría con la amada; por recreo de pasarse las tardes
sintiendo correr, acompasados, los versos del libro, y las ondas del río
en cuya margen se recuesta. Ningún ánimo, en él, de sacar de lo que
está leyendo ganancia material, ascensos, dineros, noticias concretas
que le aúpen en la social escala, nada que esté más allá del libro mismo
y de su mundo."
domingo
DECÁLOGO PARA UN/A NIÑ@ LECTOR/A
Con motivo de la celebración de la Feria del Libro del 29 de mayo al 14 de junio, Elvira nos hace un decálogo muy personal para motivar a los niños a que lean.
Aquí el enlace del audio
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